Por él

Sin poder olvidar el significado real de soledad, se disponía a empezar de nuevo. Era una noche deliciosa, estaba sentado en el balcón de su nuevo aunque vetusto apartamento y oía de fondo las voces de dos veteranas cantantes italianas procedentes de su también nuevo aparato de radiofónico. Tenía la mirada fija en el cristal de la barandilla a través del cual podía definir perfectamente su figura, se miraba a los ojos. Detestaba juzgarse pero tampoco soportaba contemplar esa expresión, él había sido feliz y ahora esa desgana, ese abandono…Su cara no era la misma y su expresión detestable mostraba desprecio por la vida. Aunque hacía tiempo él ya había tomado una decisión, se iba para olvidar y para buscar, a sabiendas de las posibilidades de fracaso, el placer de la satisfacción personal. Ahora tenía todo a su favor: nuevo entorno, nuevos amigos, nuevas ideas y un proyecto, ser feliz cómo lo había sido antes. En las últimas semanas, no se había cansado de pronunciarlo en voz alzada aunque sabía que las posibilidades de volver al infierno eran excesivamente altas. A pesar de todo, contaba con una sólida y esperanzadora ilusión, palabra que había olvidado hacía ya demasiado tiempo. Había sobrevivido dejando todo atrás; las caras, las historias, los sueños y ahora, por fin, sabía que era el momento de volver a empezar. Se acarició las rodillas y volvió a buscarse en el cristal, ¿sería capaz de tirar hacia delante? ¿Podría superar la amarga tristeza con la que había convivido en los últimos meses? Quería demostrárselo, tenía ganas de seducir esa nueva vida que, ahora más que nunca, podía sentir muy cerca. Y en silencio decidió que sí, que valía la pena intentarlo, y juró no llorar una sola noche más; abriría ese nuevo camino, quería encontrar por fin su sitio, y si todo salía de nuevo mal, olvidaría que una vez alguien le dijo que siempre hay algo en la vida que te invita a seguir luchando por ella.